Hace unos años, se empezó a
hablar del llamado “desorden del colapso de las colmenas,” producto del cual
las abejas comenzaron a morir en masa y sin causa aparente. En los años
siguientes se investigó el problema y ahora se trabaja para solucionarlo,
aunque el daño ya está hecho.
Se cree que existen dos culpables claros en el fuerte aumento de la mortandad de las abejas: el primero de ellos es el uso de pesticidas conocidos como Neonicotinoides y, en segundo lugar, el aumento de la emisión de ondas electromagnéticas por parte de teléfonos y antenas móviles.
Se cree que existen dos culpables claros en el fuerte aumento de la mortandad de las abejas: el primero de ellos es el uso de pesticidas conocidos como Neonicotinoides y, en segundo lugar, el aumento de la emisión de ondas electromagnéticas por parte de teléfonos y antenas móviles.
Los Neonicotinoides
son una familia de insecticidas que actúan en el sistema nervioso central de
los insectos y con menor toxicidad, en mamíferos.
Las ondas electromagnéticas liberadas por móviles y antenas
de telefonía movil, también tendrían
culpa en la masiva muerte de abejas.
Se cree que al estar en el ambiente, crean estímulos que confunden a las abejas
y las hacen agruparse en enjambres cuando no es necesario.
Las abejas
tienen un rol muy importante: gracias a
ellas se produce la fecundación de
plantas y flores, que luego se transforman en parte importante de la dieta
diaria de personas alrededor del mundo.
Por lo tanto desde la Plataforma Ciudadana Quinta de Torre
Arias pensamos que es una posibilidad más de las muchas que tiene la Quinta. la creación de
un número indeterminado de panales de abejas. La regeneración y recuperación de un insecto
tan apreciado es vital para el planeta. Sabemos las dificultades que suponen muchas de las iniciativas
que nos llegan, que para los estamentos oficiales pueden parecer peregrinas al
igual que para muchas personas, pero creemos que cualquier posibilidad de
regeneración ecológica en cualquier sentido en la ciudad de Madrid es
importante para recuperar calidad de vida. Y si no que se lo pregunten a quienes decidieron cambiarlo todo y dedicarse al maravilloso mundo de laApicultura.
Colmenas en la
ciudad para salvar a las abejas
Colmenas
en la ciudad, el sueño de los apicultores urbanos. En las azoteas, en los
jardines, en las terrazas y balcones, panales de rica miel albergando a cientos
de miles de abejas que trabajan sin descanso para producir sus preciados
productos y fomentar la biodiversidad.
La
apicultura urbana está de moda. ¿El objetivo? Producir miel en casa y, de paso,
ayudar a las abejas, actualmente en peligro de extinción. O justo al contrario,
ayudarlas puede ser una prioridad, y la miel el regalo que obtenemos por
hacerlo. Casos y motivaciones, los hay para todos los gustos.
Las abejas, beneficiosas para las
ciudades
Sea
como fuere, los grupos defensores de esta práctica están convencidos de que las
abejas son beneficiosas para las ciudades por un sinfín de razones. Pero
abramos el zoom, porque tratándose de las abejas no puede obviarse su papel
clave en el mantenimiento de cosistemas y como sostén de la seguridad
alimentaria.
Por lo tanto, que lo son para el mundo no
cabe duda. Como es bien sabido, las abejas son polinizadores, lo que las
convierte en pieza clave de los ecosistemas actuales. De hecho, de las 100
especies de cultivos que abastecen al mundo con el 90 por ciento de los
alimentos, las abejas polinizan el 70 por ciento. Es decir, una inmensa mayoría
de ellos, por lo que nuestra
supervivencia depende de la suya, sin más
historias.
La gravedad de la situación que implica la caída en picado de las poblaciones de abejas en el mundo, observada durante la última década ha llevado a iniciativas como ésta, la práctica de la apicultura urbana para contrarrestarla, en la medida de lo posible.
La gravedad de la situación que implica la caída en picado de las poblaciones de abejas en el mundo, observada durante la última década ha llevado a iniciativas como ésta, la práctica de la apicultura urbana para contrarrestarla, en la medida de lo posible.
La
producción de miel en las ciudades es beneficiosa para el entorno urbano
porque, fundamentalmente, prometen un entorno más verde. Su polinización lo
promueve y, al mismo tiempo, si la ciudad le corresponde creando o adaptando
espacios verdes en los que puedan ser felices sin necesidad de comer perdices,
entonces se crea una sinergia positiva para ambas partes. Ciudades más verdes,
abejas contentas y mucho más saludables.
Por
su parte, el entorno urbano puede ser más amigable para las abejas, simplemente
porque los pesticidas, el que parece ser su principal enemigo, se mantiene
alejado. Paradójicamente, el campo es más agresivo para ellas a consecuencia de
la colonización llevada a cabo por la agritultura intensiva, basada en el uso
de productos químicos a tutiplén.
Producir miel en casa
Los
huertos urbanos ecológicos son otro enclave perfecto para ubicar una colmena artificial,
tanto por respresentar un entorno natural libre de pesticidas como por la labor
polinizadora que realizan, necesaria para el éxito de los cultivos.
La
moda de poner una colmena en casa, ya sea en la terraza o en cualquier otro
lugar, encuentra el freno de las normativas municipales. No todas las ciudades
permiten hacerlo, aunque lo cierto es que la penosa situación de las abejas
está ayudando convertir las restricciones en permisividad.
Informarse al respecto es, por lo tanto,
el primer paso que ha de dar todo aspirante a apicultor urbano y, en caso de
una normativa restrictiva, conviene saber a qué distancia mínima del núcleo
urbano se puede instalar.
Quizá en un huerto urbano cercano sí haya
posibilidad de hacerlo. Y, por cierto, en algunas ciudades en las que sí está
permitido, como París, Londres o Brooklyn, no faltan quienes hacen negocio con
la miel casera, vendida con gran éxito como producto delicatessen.
El mercado oferta una gran variedad de
colmenas, muchas de ellas diseñadas de tal modo que permiten colectar la miel
sin necesidad de exponerse directamente a los insectos, siempre preparados para
clavar su aguijón cuando ven amenazado lo suyo.
Colocar colmenas en las ciudades es una
manera efectiva de ayudarlas o, lo que es lo mismo, de ayudarnos a nosotros
mismos, pues dependemos de ellas para la supervivencia de la especie humana y,
en general, para que la biodiversidad no se colapse.
Además de su función clave en el
mantenimiento de ecosistemas y, por lo tanto, en la cadena alimenticia, a las
abejas se las considera bioindicadores, algo así como los canarios de las minas
de carbón, que eran utilizados para alertar de la presencia de gases nocivos.
En este caso, su función no es alertar de la presencia de gases, sino del
estado ambiental de un lugar concreto. Si un hábitat determinado tiene
problemas de contaminación de cualquier tipo, en especial la atmosférica, la
biodiversidad se verá afectada, lógicamente, y las abejas son un buen indicador
para valorar si el medio ambiente goza de buena salud.
En este sentido, las ciudades en la que
las abejas puedan prosperar serán entornos urbanos más saludables que aquellos
otros en los que no puedan hacerlo. ¡Dar la bienvenida a las abejas y ser
buenos anfitriones con ellas es dar la bienvenida a la vida!
Artículos
relacionados: http://www.lamarea.com/2014/11/13/colmenas-urbanas-contra-la-extincion-de-las-abejas/
Enlaces: https://mieldebarrio.wordpress.com/
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